sábado, mayo 13, 2006

150 RAZONES PARA SER CATÓLICOS

A continuación presentamos un impactante análisis Bíblico de un ex pastor protestante llamado Dave Armstrong, convertido al Catolicismo, donde expone 300 evidencias Bíblicas que indican que la Iglesia Católica representa plenamente lo que el Señor Jesucristo deseaba de su Iglesia.
Te invitamos a estudiarlas:

miércoles, mayo 10, 2006

Cinco Temas Importantes de Nuestra Esperanza








En esta sección publicamos cinco preguntas fundamentales acerca de nuestra fe con sus correspondientes esperanzadoras respuestas. Te invitamos a leerlas.


¿QUÉ SUCEDERÁ DESPUÉS DEL JUICIO FINAL?


El día del Juicio Final cerrará la existencia como la conocemos, cambiará todo totalmente. Ya no habrá más Purgatorio, pues la etapa de purificación habrá culminado y los purificados pasarán al Cielo, a la Jerusalén Celestial. Entonces habrá solamente Cielo para los salvados e Infierno para los condenados.
San Agustín dice que después del Juicio
La Sagrada Escritura nos habla de “cielos nuevos y tierra nueva” como resultado de la transformación que sucederá al final. Aunque algunos, como el Profeta Isaías (cf. Is. 65, 17), usan la palabra “creación”, los Teólogos están de acuerdo de que en realidad no se trata de una verdadera creación, sino que será un cambio tan radical que parecerá una creación nueva.
El mundo actual como lo conocemos será profundamente purificado, transformado y renovado. Los cielos nuevos y tierra nueva estarán adaptados, en forma desconocida e inimaginable para nosotros, a nuestro nuevo estado de personas resucitadas en cuerpo y alma gloriosos, quienes viviremos en este nuevo estado para el resto del tiempo. Y el “resto del tiempo” será también transformado, pues ya no habrá tiempo, sino eternidad.
San Pedro, el primer Papa, en su discurso ante la muchedumbre que se había formado con motivo de la curación del tullido de nacimiento, declaró que Jesús ha de permanecer en el cielo “hasta que llegue el momento de la restauración del mundo” (Hech. 3, 21). El mundo que conocemos será, entonces, transformado y como disuelto por fuego o por algo muy parecido al fuego que nosotros conocemos.
Es lo que afirma el mismo San Pedro en su Primera Carta:
“Llegará el día del Señor como un ladrón. Entonces los cielos se disolverán con gran ruido ... Los cielos incendiados se disolverán y los elementos ardientes se derretirán. Nosotros esperamos según la promesa de Dios, cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia.” (1a. Pedro 3, 10-13).
San Juan completa esta visión de Pedro en el Apocalipsis:
“Después tuve la visión del Cielo Nuevo y la Tierra Nueva, pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron; en cuanto al mar ya no existe. Entonces vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén que bajaba del cielo, del lado de Dios, embellecida como una novia engalanada en espera de su prometido. Oí una voz que clamaba desde el trono: ‘Esta es la morada de Dios entre los hombres: fijará desde ahora su morada en medio de ellos y ellos serán su pueblo y él mismo será Dios-con-ellos. Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni penas porque todo lo anterior ha pasado.’ ... De la Ciudad Santa, Jerusalén, irradiaba la Gloria de Dios. Su resplandor era el de una piedra preciosísima y su color se parecía al del jaspe destellante de luz. ... No vi templo alguno en la Ciudad, porque el Señor Dios, el Dueño del universo, es su Templo, lo mismo que el Cordero. No necesita ni de luz del sol, ni de la luna, porque la Gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero ... Sus puertas permanecerán abiertas todo el día, ya que allí no hay noche”. (Ap. 21)
Así será la Vida Eterna en la Jerusalén Celestial, en que moraremos con Dios y en Dios, y Dios morará con nosotros, en lo que será la felicidad perfecta y eterna ... para siempre, siempre, siempre.
(Esta “Pregunta de la Semana” ha sido tomada del libro "Espero la Vida del mundo futuro", Isabel Vidal de Tenreiro, Ediciones Trípode.




¿CÓMO SERÁ Y CÓMO NO SERÁ LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO?



En el momento de la Ascensión de Jesucristo al Cielo, cuando los Apóstoles y discípulos se quedaron extasiados viendo hacia donde había desaparecido el Señor entre las nubes, sucedió que dos Angeles se aparecieron para decirles: “Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al Cielo.” (Hech. 1, 9-11).
Para saber cómo será y cómo no será la Segunda Venida de Cristo, debemos detallar bien cómo fue la Ascensión de Jesucristo al Cielo. ¿Cómo lo vieron subir? Con todo el poder de su divinidad, glorioso, fulgurante y, ascendiendo, desapareció entre las nubes. ¿Cómo vendrá?
El anuncio de los Angeles es clarísimo y corrobora anuncios previos hechos por Jesús mismo. Al responder a Caifás en el momento de su injustísimo juicio antes del su Pasión y Muerte dijo lo siguiente: “Verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Poderoso y viniendo sobre las nubes” (Mt. 26, 64).
Ya anteriormente lo había anunciado a sus discípulos: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre. Verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder Divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus Angeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo” (Mt. 24, 30-31)
Sin embargo han habido, hay y habrá muchos que querrán hacerse pasar por Cristo. Y hay uno en especial, el Anticristo, que hará creer que él es Cristo. Entonces hay que estar prevenidos, pues Cristo vendrá glorioso con todo el poder de su divinidad, como los Apóstoles lo vieron irse.
Tengamos en cuenta que el Anticristo será un hombre que se dará a conocer como Cristo y con la ayuda de Satanás realizará milagros y prodigios, y engañará a muchos, pues desplegará un gran poder de seducción. He aquí la descripción que nos hace San Pablo:
“Entonces aparecerá el hombre del pecado, instrumento de las fuerzas de perdición, el rebelde que ha de levantarse contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece respeto, llegando hasta poner su trono en el Templo de Dios y haciéndose pasar por Dios... Al presentarse este Sin-Ley, con el poder de Satanás, hará milagros, señales y prodigios al servicio de la mentira. Y usará todos los engaños de la maldad en perjuicio de aquéllos que han de perderse, porque no acogieron el amor de la Verdad que los llevaba a la salvación ... así llegarán hasta la condenación todos aquéllos que no quisieron creer en la Verdad y prefirieron quedarse en la maldad ” (2 Tes. 2, 3-11).
Entonces, ¿qué hacer? Siguiendo, el consejo de la Sagrada Escritura, no debemos dejarnos engañar. Los datos sobre la Segunda Venida de Cristo son muy claros: Cristo vendrá en gloria y de manera sorpresiva e instantánea… como un relámpago. El Anticristo no. Hará grandes prodigios, pero no puede presentarse como tenemos anunciado que vendrá Cristo en su Segunda Venida. De allí que Jesús nos advierta:
“Llegará un tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del Hombre, pero no lo verán. Entonces les dirán: está aquí, está allá. No vayan, no corran. En efecto, como el relámpago brilla en un punto del cielo y resplandece hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día”. (Lc. 17, 22-24)
Jesús nos advierte clarísimamente y nos explica aun más cómo será de sorpresiva y deslumbrante su Segunda Venida:
“Si en este tiempo alguien les dice: Aquí o allí está el Mesías, no lo crean. Porque se presentarán falsos cristos y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios. ¡Miren que se los he advertido de antemano! Por tanto, si alguien les dice: En el desierto está. No vayan. Si dicen: Está en un lugar retirado. No lo crean. En efecto, cuando venga el Hijo del Hombre, será como relámpago que parte del oriente y brilla hasta el poniente” (Mt. 24, 23-28).



¿CUÁNDO SERÁ EL FIN DE LOS TIEMPOS?



El Fin de los Tiempos es el momento de la resurrección de los muertos, de la Segunda Venida de Cristo y del Juicio Final: “Cuando se dé la señal por la voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al son de la trompeta divina. Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1Ts. 4, 16). Y continúa San Pablo: “Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y para siempre estaremos en el Señor” (1Ts. 4, 17). (cf. CIC #1001).
Tal vez por este comentario de San Pablo, en el que parece que él intuyera que estaría vivo para la Segunda Venida de Cristo, se viera él obligado a aclarar lo siguiente: “No se alarmen por palabras o cartas atribuidas a nosotros que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente” (2 Tes. 2, 2).
En efecto, nadie conoce el momento, pues nos dice Jesucristo: “En cuanto se refiere a ese día y a esa hora, no lo sabe nadie, ni los Angeles de Dios, sino sólo el Padre” (Mt.24, 36).
Adicionalmente, Cristo resucitado advirtió a sus Apóstoles que no les correspondía a ellos conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano (cfr. Hech. 1, 7).
Sin embargo, la Sagrada Escritura nos da algunas señales por las que se puede conjeturar la cercanía o lejanía de ese momento final. No se nos prohibe examinar estas señales, pero es preciso tener en cuenta que son muy vagas e inconcretas y se prestan a grandes confusiones. De hecho, en diferentes momentos de la historia, algunos han creído ver estas señales que anuncian el fin.
¿Cuáles son estas señales?
1. El Evangelio habrá sido predicado en todo el mundo.
“Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin’ (Mt. 24, 14)”.
No significa este anuncio que todos estarán convertidos al cristianismo, sino que el Evangelio se habrá conocido en todas las regiones del mundo.
2. La mayor parte de la humanidad habrá perdido la fe y estará imbuida en las cosas del mundo, muy parecida a los días de Noé.
“En los días del Hijo del Hombre sucederá lo mismo que sucedió en tiempos de Noé. Comían, bebían y se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio que los hizo perecer a todos. Lo mismo pasará el día en que aparezca el Hijo del Hombre ... Pero, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc. 17, 26-30 y 18, 8).
3. El Anticristo se manifestará.
El anti-Cristo será un hombre que se dará a conocer como Cristo y con la ayuda de Satanás realizará milagros y prodigios, y engañará a muchos, pues desplegará un gran poder de seducción (cf. 2Tes. 2, 9-10), pero Cristo el Señor lo liquidará en el momento de su segunda venida (cf. 2 Tes. 2, 8). Sin embargo, de tiempo en tiempo han surgido precursores del anti-Cristo (cf. 1 Jn. 2, 18), porque el misterio de la maldad siempre está obrando (cf. 2 Tes. 2, 7).
4. Anuncios de falsos Cristos y signos perturbadores en la naturaleza y en la humanidad, que no son aún el final.
“Luego se sentó en el cerro de los Olivos y los discípulos fueron a preguntarle en privado: ‘Dinos, ¿cuándo tendrá lugar todo esto? ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin de la historia?’. Jesús les contestó: ‘Tengan mucho cuidado de que nadie los engañe. Porque muchos se presentarán como el Salvador y dirán yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. Se hablará de guerras y de rumores de guerra. Pero no se alarmen, porque todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin. Unas naciones se levantarán en contra de otras, y pueblos contra otros pueblos. Habrá hambre y terremotos en diversos lugares. pero todo esto no será sino el comienzo de un doloroso alumbramiento ... Se levantará una nación contra otra, y una raza contra otra. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en una y otra parte. Se verán también cosas espantosas, y señales terribles en el cielo.” (Mt. 24, 3-8, 23-38; Lc. 21, 8-11 y cf. Mc. 13, 5-10).
El conocimiento del preciso momento del Fin de los Tiempos es imposible ... y no es necesario. Lo necesario y posible es estar siempre preparados. Vivir cada día como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra ... o como si fuera el día de la Segunda Venida de Cristo. De esta manera no tendremos temor por ese día al que nadie podrá escapar, en que seremos juzgados por nuestras obras, buenas y malas.
¿Que pueda o no ser inminente este momento, dado los síntomas actuales de la humanidad? No sabemos. ¿Qué hacer? Estar preparados. Bien preparados: convertidos, arrepentidos, confesados, llevando una vida de unión con Dios y de servicio a los demás. Orar como si ese día fuera inminente ... sin temor, entregados a la Voluntad de Dios. Y seguir trabajando como si nada fuera a suceder.




¿QUÉ ES EL JUICIO FINAL? ¿CUÁNDO SERÁ?



Según la doctrina católica, inmediatamente después de la resurrección de los muertos tendrá lugar el Juicio Final, Juicio Universal o Juicio General. El Juicio Final es una verdad de fe expresamente contenida en la Sagrada Escritura y definida por la Iglesia de una manera explícita.
Por ello cada vez que rezamos el Credo recordamos este artículo de fe cristiana: “(Jesucristo) vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin”.
El anuncio de un Juicio Final, el cual será para todos los seres humanos, está presente en muchas citas del Antiguo Testamento. Allí vemos anunciado cómo Dios juzgará al mundo por el fuego (Is. 66, 16). Reunirá a las naciones y se sentará a juzgar realizando la siega y la cosecha (Joel 4, 12-14). El Profeta Daniel describe con imágenes impresionantes este juicio con el que concluye el tiempo y comienza el Reino eterno del Hijo del Hombre (Dn. 7, 9-12 y 26). El Libro de la Sabiduría muestra a buenos y malos juntos para rendir cuentas; sólo los pecadores deberán tener temor, pues los justos serán protegidos por Dios mismo (Sb. 4 y 5). (cfr. X. León-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica)
Cristo mismo varias veces nos habló de este momento, así:
“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Mientras todas las razas de la tierra se golpeen el pecho verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus Angeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo a otro del mundo.” (Mt. 24, 30- 31).
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria rodeado de todos sus Angeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos, así también lo hará El. Separará unos de otros, poniendo las ovejas a su derecha y los machos cabríos a su izquierda” (Mt. 25, 32).
San Pedro y San Pablo también se ocuparon del tema del Juicio en varias oportunidades. Nos aseguran que Dios juzgará a cada uno según sus obras sin hacer diferenciación de personas, de raza, de origen o de religión. (1 Pe. 1, 17 y Rom. 2, 6). También nos dice San Pablo que todo se conocerá, hasta las acciones más secretas de cada uno (Rom. 2, 16).
San Juan nos narra en el Apocalipsis la visión que tuvo del Juicio Final: “Vi un trono espléndido muy grande y al que se sentaba en él. Su aspecto hizo desaparecer el cielo y la tierra sin dejar huellas. Los muertos, grandes y chicos, estaban al pie del trono. Se abrieron unos libros, y después otro más, el Libro de la Vida. Entonces los muertos fueron juzgados de acuerdo a lo que estaba escrito en los libros, es decir, cada uno según sus obras” (Ap. 20, 11-14).
De acuerdo a estas citas sabemos que:
1. Cristo vendrá con gran poder y gloria, en todo el esplendor de su divinidad.
2. Cristo glorioso será precedido de una cruz en el Cielo (la señal del Hijo del Hombre).
3. Vendrá acompañado de los Angeles.
4. Con su omnipresencia, todos los resucitados, de todas las naciones estarán ante Cristo Juez. Comparecerán delante del Tribunal de Dios todos los seres humanos, sin excepción, para recibir la recompensa o el castigo que cada uno merezca. En el Juicio Final vendrá a conocerse la obra de cada uno, tanto lo bueno, como lo malo, y aun lo oculto.
5. Ya resucitados todos, Cristo separará a los salvados de los condenados.
¿Quién se salvará? Aquél que tiene fe en Jesucristo, nos dice el Evangelio. Pero tener fe en Jesucristo no significa solamente creer en El, sino que es indispensable vivir de acuerdo a esa fe; es decir, siguiendo a Cristo en hacer la Voluntad del Padre.
Para los que así hayan obrado, no habrá condenación. “Sólo quien haya rechazado la salvación ofrecida por Dios con su misericordia ilimitada, se encontrará condenado, porque se habrá condenado a sí mismo”. (JP II, 7-7-99)
En el Juicio Final se sabrá por qué permitió Dios el mal y cómo sacó mayores bienes. Quedarán definitivamente respondidas las frecuentes preguntas: ¿Por qué Dios permite tanta injusticia? ¿Por qué los malos triunfan y los buenos fracasan? Mucho de lo que ahora en este mundo se considera tonto, negativo, incomprensible, se verá a la luz de la Sabiduría Divina.
El Juicio Final dará a conocer la Sabiduría y la Justicia de Dios. Se conocerá cómo los diferentes males y sufrimientos de las personas y de la humanidad los ha tornado Dios para Su gloria y para nuestro bien eterno. Ese día conocerá toda la humanidad cómo Dios dispuso la historia de la salvación de la humanidad y la historia de cada uno de nosotros para nuestro mayor bien, que es la felicidad definitiva, perfecta y eterna en la presencia de Dios en el Cielo.



¿SE ACABARÁ EL MUNDO ALGÚN DÍA?



El fin del mundo es una inquietud que ha estado siempre en la mente de los seres humanos. El cine ha tratado de imaginar el momento e -inclusive- el término “fin del mundo” aparece en algunos títulos de películas. También el Catecismo de la Iglesia Católica (#1001) nos habla del “último día” (Jn.6, 54 y 11, 24) y del “fin del mundo”(LG 48).
Pero, realmente, ¿se acabará el mundo algún día? “La Iglesia Católica, fundamentándose en la revelación divina, ha creído y enseñado siempre que el mundo actual, tal como Dios lo ha formado y como existe en la realidad, no durará para siempre. Llegará un día -no sabemos cuándo- en que terminará su constitución actual y sufrirá una honda transformación, que equivaldrá a una especie de nueva creación” (Antonio Royo Marín, Teología de la Salvación).
¿Cuáles son algunos de los textos escriturales en que la Iglesia se basa para este magisterio? “Porque voy a crear cielos nuevos y una tierra nueva, y ya no se recordará lo pasado, y ya no habrá de ello memoria” (Is. 65, 17 - cf. 66, 22).
“Se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán” (Mt. 24, 29).
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lc. 21, 33).
“Después será el fin, cuando entregue a Dios Padre el reino ...” (1 Co. 15, 24).
“El fin de todo está cercano. Sed, pues, discretos y velad en la oración”(1Pe.4, 7).“Llegará el día del Señor, como un ladrón. Entonces los cielos incendiados se disolverán con gran ruido. Los elementos ardientes se derretirán por el fuego, y la tierra con todo lo que encierra quedará consumida. Nosotros esperamos, según la promesa de Dios, cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia” (2 Pe. 3, 10-13).
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido; y el mar no existía ya” (Ap. 21, 1).
Santo Tomás de Aquino se ha ocupado de explicar las señales astronómicas contenidas en la Sagrada Escritura, y sobre todo, la destrucción o transformación del mundo por medio del fuego. La Escritura habla de un fuego purificador, por lo que Santo Tomás se inclina a pensar que será un fuego similar al que conocemos, pero que actuará sobrenaturalmente, pues obrará como instrumento del poder de Dios, de un modo desconocido para nosotros. Será, por tanto, un acontecimiento querido por Dios, pero que no está incluido dentro de la marcha natural del universo. Y, como no está enmarcado dentro de los límites del desarrollo normal de la naturaleza, es imposible predecir científicamente el momento del fin del mundo. Dice Santo Tomás que si el final estuviera sujeto a las leyes naturales, pudiera ser predicho, por ejemplo, por los científicos, predicción que considera imposible por ser contraria a las Escrituras.
Ahora bien, a los hombres y mujeres de todos los tiempos nos ha preocupado especialmente el “cuándo”: ¿Cuándo será el fin del mundo?.
Sobre el momento el Papa Juan Pablo II nos ha dicho esto: “La historia camina hacia su meta, pero Cristo no señaló ninguna fecha concreta” (JPII 22-4-98). Es decir, no podemos saber el momento del final, pues nadie lo conoce. Nos dice Jesucristo que este momento no lo conocen “ni siquiera los Angeles del Cielo, sólo el Padre” (Mt.24, 36). Adicionalmente, Cristo resucitado advirtió a sus Apóstoles que no les correspondía a ellos -tampoco a nosotros- conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano (cfr. Hech. 1, 7).
El mundo como lo conocemos se acabará en algún momento y, aunque la Sagrada Escritura nos da algunas señales por las que se puede conjeturar la cercanía o lejanía de ese momento final, no sabemos el día ni la hora.