jueves, agosto 03, 2006

La fórmula del éxito

Por Ing. José Miguel Arráiz

Muchos libros se han escrito sobre este tema y se ha estudiado el tema desde las diferentes ideologías del mundo de hoy. Es frecuente entrar a una librería y encontrarse en la entrada con toda la colección de Pablo Coello, Og Mandino (exponentes del New Age) y decenas de otros autores que afirman tener un nuevo camino para encontrar el éxito y la felicidad.
Realmente no hace falta buscar tanto, ni entre los chapuceros de la nueva era, ni entre las miles de fórmulas que el mundo de hoy predica. Nuestro Señor ya nos había dado la formula infalible miles de años atrás:
“No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche; así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas.” (Josué 1,8)
Con estas sencillas palabras Dios nos revela que la formula segura del éxito y la felicitad es conducir nuestra vida en obediencia a los mandamientos de Dios. Este es un éxito y felicidad que el mundo no conoce, quizá tampoco es el éxito que nosotros estamos acostumbrados a reconocer como éxito, pero realmente este es el verdadero éxito. Analicemos este pasaje con más detalle:
"No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche": El estudio y meditación continua de la palabra de Dios es indispensable para conocer lo que Dios quiere de nosotros y como quiere que actuemos en las distintas circunstancias de nuestra vida.
"así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito": No basta conocer la palabra de Dios, hay que poner todo nuestro esfuerzo en practicarla donde la gracia de Dios nos permitirá el éxito.
"y tendrás suerte y éxito en tus empresas": El resultado de la obediencia es la verdadera felicidad, quizá no como el mundo la conoce, pero una felicidad real verdadera con el gozo que proporciona ser heredero de la vida eterna.
Este formula del éxito es repetida una y otra vez en la Biblia:
“¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche! Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien. ¡No así los impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos, ni los pecadores en la comunidad de los justos. Porque Yahveh conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos se pierde.” (Salmo 1,1-6)
En el pasaje anterior también está encerrada la misma idea:
"¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos": Dichoso el hombre que se aparta del mal.
"mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche": Y se alimenta de la palabra de Dios meditándola frecuentemente.
"todo lo que hace sale bien": Nuevamente el resultado de la obediencia: Éxito en todo lo que hace.
No hay ley más perfecta que la ley de Dios, ley que debemos meditar día y noche para no olvidarla y para poder transmitirla a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos:
“Y ¿cuál es la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que yo os expongo hoy? Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tus hijos.” (Deuteronomio 4,8-9)
"Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto": La mejor forma de no olvidarnos de los mandamientos es la continua reflexión en los mismos.
"enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tus hijos" La mejor herencia que le podemos dejar a nuestros hijos es enseñarles a llevar una vida conforme a la voluntad de Dios.
“Pues quien quiera amar la vida y ver días felices, guarde su lengua del mal, y sus labios de palabras engañosas, apártese del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella. Pues los ojos del Señor miran a los justos y sus oídos escuchan su oración, pero el rostro del Señor contra los que obran el mal.” (1 Pedro 3,10-12)
Nuevamente aquí la formula del éxito:
"Pues quien quiera amar la vida y ver días felices": Quien quiera ser feliz
"apártese del mal y haga el bien": renuncie a todo lo malo y comience a vivir conforme los mandamientos del Señor.
“Por eso has de ir por el camino de los buenos, seguirás las sendas de los justos. Porque los rectos habitarán la tierra y los íntegros se mantendrán en ella;” (Proverbios 2,20-21)
“La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día. Pero el camino de los malos es como tinieblas, no saben dónde han tropezado.” (Proverbios 4,18-19)
“El temor de Yahveh prolonga los días, los años de los malos son acortados. La espera de los justos es alegría, la esperanza de los malos fracasará. Fortaleza es para el íntegro la senda de Yahveh; pero ruina para los malhechores. Jamás el justo será conmovido, pero los malos no habitarán la tierra. La boca del justo da frutos de sabiduría, la lengua perversa será cortada. Los labios del justo saben de benevolencia; la boca de los malos, de perversidad.” (Proverbios 10,27-32)
“Con la boca el impío pierde a su vecino, por la ciencia se libran los justos. Con el bien de los justos la ciudad se regocija, con la perdición de los malos grita de alegría.” (Proverbios 11,9-10)
Así como nosotros enseñamos a nuestros hijos no meter los dedos en la toma corriente por su bien, así Dios nos ha dado los mandamientos por nuestro propio bien, ya que en su infinita sabiduría sabe que es mejor para nosotros:
“Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.” (1 Timoteo 2,3-4)
Dios ya nos ha dado la formula infalible de la verdadera felicidad, que es vivir acorde con su voluntad unidos a la luz verdadera que es nuestro Señor Jesucristo. Está en nosotros la decisión de aceptarla porque cualquier otro camino lleva hacia el desastre. “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios,” (Juan 1,9-12).

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