martes, abril 10, 2012

Como se consiguen indulgencias Plenarias y Parciales




Las siguientes oraciones y acciones, entre otras, tienen indulgencia plenaria, si se cumplen las condiciones requeridas:


• 'A Ti, oh Dios, te alabamos...' (Te Deum): 1º de enero y en la Solemnidad de Pentecostés.



• 'Adorad postrados...' (Tantum ergo): Jueves Santo después de la Misa In Coena Domini y en la acción litúrgica del Corpus Christi.


• 'Jesús dulcísimo...' (Acto de reparación): rezado públicamente el día del Sagrado Corazón.


• 'Miradme, oh mi amado y buen Jesús...': Los viernes de Cuaresma.



• 'Ven, Espíritu Creador...' (Veni Creator): rezado públicamente el 1° de enero y en la Solemnidad de Pentecostés.


• Rezar el Vía Crucis: ante las estaciones, pasando de una a otra por lo menos quien lo dirige, meditando las escenas si se desea, con alguna oración vocal.



• Rezo del Santo Rosario: rezándolo en una iglesia, en un oratorio, en familia, o en comunidad. Es suficiente con rezar sólo cinco de los quince misterios, con la meditación de los misterios que se rezan.


• Adoración al Santísimo durante al menos media hora.



• Adoración de la Cruz: en la acción litúrgica del Viernes Santo.


• Realizar Ejercicios Espirituales o retiros similares, al menos de tres días de duración.


• Recibir la Bendición Papal Urbi et Orbi; también es válida por radio o televisión.



• Asistir al rito con que se clausura un Congreso Eucarístico.


• Al sacerdote que celebra los 25, 50, 60 años como aniversario de su ordenación, es extensiva a quienes le acompañen en la Santa Misa.• Lectura de la Sagrada Escritura: al menos media hora.



• Visitar la iglesia parroquial en la fiesta titular y el 2 de agosto (indulgencia de la Porciúncula). Lo mismo vale para la Iglesia catedral o con-catedral o para las iglesias cuasi-parroquiales.


• Recibir la bendición apostólica en peligro de muerte inminente. En el caso de que no haya sacerdote, la Iglesia concede esta misma indulgencia con tal que se haya rezado habitualmente algunas oraciones (se suplen las tres condiciones habituales para ganar la indulgencia plenaria).



• Asistir a la predicación de algunos sermones, participando en la clausura de una Santa Misión.


• Visitar una iglesia u oratorio el día de su santo Fundador, rezando un Padrenuestro y un credo.



• Visitar las Basílicas Patriarcales o Mayores de Roma el día de la fiesta titular, en cualquier día de precepto o en día cualquiera del año elegido por el mismo fiel: ha de rezarse el Padrenuestro y el Credo.


• Visitar una iglesia u oratorio el día de Todos los difuntos (o con consentimiento del obispo, el domingo anterior o el posterior). Esta indulgencia sólo es aplicable a las almas del purgatorio.



• Visitar una iglesia o altar en el día de su dedicación, rezando un Padrenuestro y un Credo.


• Usar el día de los Santos Pedro y Pablo (29 de junio) algún objeto piadoso bendecido por el Papa o un obispo, rezando un Credo.



• Al nuevo sacerdote en su Primera Misa Solemne, y a quienes asistan a ella.


• Renovación de las promesas del bautismo: en la Vigilia pascual o en el aniversario del bautismo.



• Visitar la iglesia en que se celebra el Sínodo diocesano mientras éste dura, rezando el Padrenuestro y el Credo.


• Visitar las iglesias estacionales en su día propio, asistiendo a las funciones de la mañana o de la tarde.



• Al fiel que hace la Primera Comunión, y a quienes le acompañan.


• Visita al cementerio en los primeros ocho días del mes de noviembre, orando (basta mentalmente) por los fieles difuntos.



• En la visita pastoral, pueden beneficiarse de la indulgencia una vez si se asiste a una función sagrada presidida por el visitador.





Para ganar una indulgencia plenaria, además de querer evitar cualquier pecado mortal o venial, hace falta rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia cumpliendo tres condiciones:


Confesión sacramental



Comunión Eucarística


Oración por las intenciones del Papa



Con una sola confesión sacramental puede ganarse varias indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Papa sólo se gana una indulgencia plenaria. Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día. La condición de orar por las intenciones del Papa se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y un Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de orar con cualquier fórmula, según su piedad y devoción. La indulgencia plenaria únicamente puede ganarse una vez al día, pero el fiel cristiano puede alcanzar indulgencia plenaria in artículo mortis, aunque el mismo día haya ganado otra indulgencia plenaria. La indulgencia parcial puede ganarse varias veces al día, a no ser que expresamente se establezca lo contrario.La obra indicada para obtener la indulgencia plenaria aneja a una iglesia u oratorio consiste en la visita piadosa de este lugar, rezando el Padrenuestro y el Credo, a no ser que en algún caso especial se establezcan otras condiciones.




Las siguientes oraciones y acciones tienen indulgencia parcial, todas las que van señalizadas con (*) pueden alcanzar la indulgencia plenaria si se cumplen los requisitos de la misma:



• 'A Ti, bienaventurado José...'.


• 'A ti, oh Dios, te alabamos...' (Te Deum)*.



• 'Acordaos, oh piadosísima Virgen María...'.


• 'Ángel de Dios, tú que eres mi custodio...'.



• 'Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo...'.


• 'Santos Apóstoles Pedro y Pablo...'.



• 'Misericordia, Dios mío...' (Salmo 50).


• 'María, Madre de gracia y de clemencia...'.



• 'Adorad postrados...' (Tantum ergo)*.• 'Oh, sagrado banquete'.


• 'Miradme, oh mi amado y buen Jesús...'*.



• 'Señor, a todos los que por amor...' (Oración por nuestros benefactores).


• 'Señor, Dios Todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día...'.



• 'Bajo tu protección...' (Sub tuum praesidium).


• 'Señor, dales el descanso eterno...' Esta indulgencia se aplica sólo a los difuntos.

• 'Adórote devotamente...' (Adoro te devote).


• 'Alma de Cristo...'.


• 'Proclama mi alma...' (Magnificat).


• 'Oremos por nuestro Pontífice...'.


• 'Jesús dulcísimo, cuya caridad...'.


• 'Desde lo hondo...'.


• 'Ven, Espíritu Creador...' (Veni Creator).


• 'Ven, Espíritu Santo...' (Veni, Spiritus Sanctus).


• 'Jesús dulcísimo, Redentor del género humano...' (Consagración a Cristo Rey).


• 'Te damos gracias...'


• 'Señor... dígnate enviar a su santo ángel...'.


• 'Señor, que tu gracia inspire...'.


• 'Visita, Señor esta habitación...'.


• Rezar la Salve.


• Rezar el Santo Rosario.


• Rezar el Angelus durante el tiempo ordinario.


• Rezar el Credo, ya sea el apostólico o el niceno-constantinopolitano*.


• Rezar el Regina Coeli durante el tiempo pascual.• Rezar Laudes o Vísperas del Oficio de ifuntos.


• Rezo de cualquiera de las Letanías aprobadas por la Iglesia, entre otras: del Santísimo Nombre de Jesús, del Sagrado Corazón de Jesús, de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, de Santa María Virgen, de San José y de los Santos.


• Rezar las oraciones para pedir por las vocaciones.


• Rezar por la unidad de los cristianos.


• Rezo de cualquiera de los oficios parvos.


• Rezar una oración en honor de un santo en el día de su celebración litúrgica.


• Adoración del Santísimo Sacramento (Visita al Santísimo)*.


• Hacer un acto de contrición.


• Leer la Sagrada Escritura como lectura espiritual*.


• La comunión espiritual.


• Asistir a las Novenas con motivo de Navidad, Pentecostés o de la Inmaculada Concepción.


• Cualquier acto de fe, esperanza o caridad.


• Hacer un rato de oración mental.


• Renovar las promesas del bautismo*.


• Impartir o aprender la doctrina cristiana.


• Realizar la Señal de la cruz, pronunciando las palabras de costumbre.


• Visitar las catacumbas.


• Asistir a la predicación de la palabra de Dios*.


• Visitar una iglesia u oratorio en los días en que se realiza la visita pastoral*.


• Usar los objetos piadosos con la bendición debida*.


• Visitar las iglesias estacionales en su día propio.Condiciones generales para la indulgencia parcial.


La indulgencia parcial se concede a los fieles cristianos que, en el cumplimiento de sus obligaciones y en el sufrimiento de las dificultades de la vida, eleva su alma a Dios con humilde confianza, añadiendo, aunque sólo sea mentalmente, alguna piadosa invocación. La indulgencia parcial se concede al fiel cristiano que, movido por el Espíritu de fe, se entrega a sí mismo o sus bienes, con sentimientos de misericordia, al servicio de los hermanos necesitados.Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que, con espíritu de penitencia, se priva voluntariamente de alguna cosa lícita y agradable.

domingo, abril 08, 2012

CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA - CANTADA

DOMINGO 15 DE ABRIL FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA



PALABRAS DE JESÚS A SANTA FAUSTINA KOWALSKA:
“Me queman las llamas de la Misericordia, deseo derramarlas sobre las almas de los hombres. Oh, qué dolor me dan cuando no quieren aceptarlas (...) Dile a la humanidad doliente que se abrace a mi Corazón misericordioso y Yo la llenaré de paz”. “La humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija con confianza a mi Misericordia”. “El alma que confíe en mi Misericordia no perecerá, ya que todos sus asuntos son míos. El alma más feliz es la que confía en mi Misericordia, pues Yo mismo la cuido”. “Yo soy el Amor y la Misericordia. Quien se acerque a Mí con confianza recibe mi gracia con tal sobreabundancia, que no la puede contener y la irradia sobre los otros”. “Ningún pecado, aunque sea un abismo de corrupción agotará mi Misericordia. Aunque el alma sea como un cadáver en plena putrefacción, y no tenga humanamente ningún remedio, ante Dios sí lo tiene”. “Por los pecadores bajé a la tierra y derramé toda mi Sangre”. “Yo soy Santo, y el menor pecado me horroriza. Pero cuando los pecadores se arrepienten, mi Misericordia no tiene límites. Cuanto mayor es su pecado tanto mayor es su derecho a mi Misericordia”. “Los mayores pecadores podrían convertirse en grandes santos si confiaran en mi Misericordia. Encuentro mis delicias santificando a las almas. Los mayores pecadores tienen particular derecho a mi Misericordia. Es para Mí una alegría cuando acuden a mi Misericordia. Les colmo por encima de su esperanza”. “Di a mis Sacerdotes que los pecadores empedernidos se derretirán a causa de sus palabras, cuando hablen sobre mi insondable Misericordia y sobre la compasión que mi Corazón tiene para con ellos”. “Las almas que acudan al Tribunal de la Misericordia encontrarán los más sorprendentes milagros, pues cuando te acerques a confesar, debes saber que Yo mismo te espero en el confesionario, oculto en el Sacerdote”. “Yo no puedo castigar al que confía en mi Misericordia. Castigo cuando se me obliga. Pero antes de venir como Juez el Día de la Justicia, Yo abro las puertas de mi Amor y concedo el tiempo de la Misericordia”.

PROMESAS A LOS QUE PROPAGUEN ESTA DEVOCIÓN:
“A las almas que propaguen la devoción a mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa protege a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso”. “Las almas que adoren mi Misericordia y propaguen la devoción a ella invitando a otras almas a confiar en mi Misericordia, no experimentarán terror en la hora de la muerte. Mi Misericordia les dará amparo en este último combate”.


CONDICIONES PARA ALCANZAR GRACIAS: CONFIANZA:

“Cuanto más confía el alma, tanto más alcanza”. “Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites. Lo que más hiere a mi Corazón es el pecado de la desconfianza”. “Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi Misericordia”. “Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.


MISERICORDIA CON EL PRÓJIMO:

“Si un alma no practica la misericordia de alguna manera, tampoco la alcanzará en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio”. Recordemos que las obras de misericordia son: Espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, consolar al triste, corregir al que yerra, perdonar las injurias, sufrir pacientemente los defectos ajenos, orar a Dios por vivos y difuntos. Corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los enfermos, redimir al cautivo, enterrar a los muertos. La Misericordia divina es infinita, pero la podemos limitar con nuestra falta de confianza en Dios o nuestra falta de misericordia con el prójimo. ¡Qué menos que un acto de misericordia hacia el prójimo cada día! Sea de obra, palabra o con la oración.

CUADRO DE JESÚS MISERICORDIOSO:
Jesús dijo a Sor Faustina: “Dibuja un cuadro según me estás viendo, con la invocación: “Jesús en Vos confío”. Quiero que se venere en el mundo entero”. “Los rayos que salen de mi Corazón simbolizan la Sangre y el Agua que brotaron el día de mi Sacrificio en la Cruz. El pálido significa el Agua, que purifica las almas. El rojo, la Sangre que les da la vida”. “Yo preservaré las ciudades y casas en las cuales se encontrase esta imagen”. “Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. Prometo ya aquí en la tierra la victoria sobre los enemigos: sobre todo a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como a mi Gloria. Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: Jesús, en Vos confío”.

FIESTA DE LA MISERICORDIA:
“Debe celebrarse el Domingo siguiente al de Pascua de Resurrección. Ese día, los Sacerdotes deberán predicar a las almas mi infinita Misericordia”. “En ese día estarán abiertas todas las Fuentes de mi Misericordia. Deseo que esta Festividad sea un refugio para todas las almas, pero sobre todo para los pecadores”. “El alma que acuda a la Confesión y que reciba la Sagrada Comunión, obtendrá la
remisión total de sus culpas y del castigo... Que el alma no tema acercarse a Mí,
aunque sus pecados sean como la grana”.
“Toda Comunión recibida con corazón limpio, tiende a restablecer, en aquel que
comulga, la inocencia inherente al Bautismo, puesto que el Misterio Eucarístico es
“fuente de toda gracia”.

NOVENA DE LA MISERICORDIA:
Jesús quiere que la Fiesta de la Misericordia vaya precedida de una novena, que puede hacerse con el Rosario de la Misericordia. Comienza el Viernes Santo. “En esta novena concederé a las almas todas las gracias”.

LA HORA DE LA MISERICORDIA:
Jesús llamó “La Hora de la Misericordia” a las 3 de la tarde, por ser la hora de su muerte: “A las 3 de la tarde implora mi Misericordia especialmente para los pecadores y, aunque sea por un momento, contempla mi Pasión; sobre todo el abandono en el momento de mi agonía. Esta es la hora de la gran Misericordia para todo el mundo. En esta Hora no negaré nada al alma que lo pida en recuerdo de mi Pasión”. "Son pocas las almas que contemplan Mi Pasión con verdadero sentimiento; a las almas que meditan devotamente Mi Pasión, les concedo el mayor número de gracias".

ROSARIO O CORONILLA DE LA MISERICORDIA:
El Señor le dedicó 14 revelaciones: “Por el rezo de este Rosario, me complace dar todo lo que me pidan. Quien lo rece, alcanzará gran Misericordia en la hora de su muerte. Aunque sea un pecador empedernido, si reza este Rosario, aunque sea una sola vez, logrará la gracia de mi infinita Misericordia”. “Cuando los pecadores recen este Rosario, llenaré sus almas de tranquilidad, y será feliz la hora de su muerte. No les afectará el temor. Mi Misericordia les amparará en esta última lucha”. “Si se reza este Rosario delante de los moribundos, se calma la ira de Dios, y su insondable Misericordia se apodera de su alma. Cuando recen este Rosario al lado del moribundo, me pondré entre el Padre y el alma moribunda, no como justo Juez, sino como Redentor Misericordioso”. “Los Sacerdotes ofrezcan este Rosario a los pecadores, como el último socorro”. “Escribe esto para las almas afligidas: Cuando el alma ve y reconoce la gravedad de sus pecados, cuando se descubre ante sus ojos todo el abismo de miseria en que ha caído, no se desespere sino que se arroje con confianza en los brazos de mi Misericordia, como un niño entre los brazos de su madre amadísima”.

PRÁCTICA DEL ROSARIO O CORONILLA DE LA MISERICORDIA:

Se reza con un rosario común.

1. Cada día reza un Padrenuestro, Avemaría y Credo, y luego con las cuentas del
Santo Rosario:

2. Rezan 5 decenas. Comienza cada decena así: “Padre Eterno, yo te ofrezco el
Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo, Nuestro
Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo
entero”.

3. Sigue e implora al Padre Eterno 10 veces, en cada decena: “Por su dolorosa
Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero”.

4. Al final, repite 3 veces: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten
Misericordia de nosotros y del mundo entero”.

Y después, es bueno terminar con una Salve a la Virgen.

“Hoy me despertó una gran tormenta, el viento estaba enfurecido y llovía como si hubiera un huracán, a cada rato caían rayos. Me puse a rogar que la tempestad no causara ningún daño; de repente oí estas palabras: Reza la coronilla que te he enseñado y la tempestad cesará. En seguida he comenzado a rezar la coronilla y ni siquiera la he terminado cuando el temporal ha cesado y oí estas palabras: A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad.” (Diario #1731) “Cuando se acercaba una gran tormenta me puse a rezar la coronilla. De repente oí la voz de un ángel: no puedo acercarmecon la tempestad,porque elresplandor que saledesuboca merechazaa míya latormenta. Se quejaba el ángel con Dios. De súbito conocí lo mucho que habría de devastar con esa tempestad, pero conocí también que esa oración era agradable a Dios y lo potente que es la coronilla.” (Diario #1791)


ORACIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA:
“Es mi deseo que tengas un conocimiento más profundo del amor que quema Mi corazón, y tú entenderás esto, cuando medites en Mi Pasión. Pidan Mi Misericordia a favor de los pecadores, yo deseo su salvación. Cuando digas esta oración, con un corazón contrito y con fe por el bien de algún pecador, Yo le daré la gracia de la conversión. Esta es la oración:

“¡OH SANGRE Y AGUA, QUE BROTASTE DEL CORAZÓN DE JESÚS COMO UNA FUENTE DE MISERICORDIA PARA NOSOTROS, YO CONFÍO EN TI!”.


Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son Mi gran consuelo, porque en tales almas vierto todos los tesoros de Mis gracias. Me alegro de que pidan mucho, porque Mi deseo es dar mucho, muchísimo. Me pongo triste, en cambio, si las almas piden poco, estrechan sus corazones".

jueves, marzo 01, 2012

Revelaciones sobre El Purgatorio



Revelaciones sobre el Purgatorio a
Santa María Magdalenade Pazzi (1566-1607)



Monja carmelita, gran mística que frecuentemente caía en éxtasis. Fue objeto de los más extraordinarios fenómenos místicos y dones recibidos de Nuestro Señor. Brilló en ella la práctica de las virtudes. Mortificaba su cuerpo con frecuentes sacrificios. Comulgaba diariamente sintiéndose muy unida a Jesucristo. Fue maestra de novicias. Murió llena de méritos en el año 1607 y al año de su muerte se abrió su sepulcro y su cuerpo se halló fresco, entero y flexible.
Durante un éxtasis previo a su muerte Santa Magdalena de Pazzi tuvo la gracia de ver y visitar el Purgatorio. Recorriendo las diversas estancias preparadas por la Misericordia y Justicia divinas, la santa de la pureza comprendió la Santidad de Dios, la maldad del pecado y del porque Dios le había revelado los sufrimientos del Purgatorio. He aquí como nos describe este santo lugar.
Contaré un suceso que aconteció a Santa Magdalena de Pazzi tal como fue relatado por el Padre Cepari en la historia de la vida de la Santa. “Un tiempo antes de su muerte, que tuvo lugar en 1607, la sierva de Dios, Magdalena de Pazzi, se encontraba una noche con varias religiosas en el jardín del convento, cuando entró en éxtasis y vio el Purgatorio abierto ante ella. Al mismo tiempo, como ella contó después, una voz la invitó a visitar todas las prisiones de la Justicia Divina, y a ver cuan merecedoras de compasión son esas almas allí detenidas.
En ese momento se la oyó decir: “Si, iré”. Consintió así a llevar a cabo el penoso viaje. De hecho a partir de entonces caminó durante dos horas alrededor del jardín, que era muy grande, parando de tiempo en tiempo. Cada vez que interrumpía su caminata, contemplaba atentamente los sufrimientos que le mostraban. Las religiosas vieron entonces que, compadecida, retorcía sus manos, su rostro se volvió pálido y su cuerpo se arqueó bajo el peso del sufrimiento, en presencia del terrible espectáculo al que se hallaba confrontada.
Entonces comenzó a lamentarse en voz alta, “¡Misericordia, Dios mío, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisión. ¡Pobres almas! Sufren tan cruelmente, y aún así están contentas y alegres. Los calabozos de los mártires en comparación con esto eran jardines de delicias. Aunque hay otras en mayores profundidades. Cuan feliz debo estimarme al no estar obligada a bajar hasta allí.
Sin embargo descendió después, porque se vio forzada a continuar su camino. Cuando hubo dado algunos pasos, paró aterrorizada y, suspirando profundamente, exclamó” ¡Qué! ¡Religiosos también en esta horrenda morada! ¡Buen Dios! ¡Como son atormentados! ¡Oh, Señor!”. Ella no explicó la naturaleza de sus sufrimientos, pero el horror que manifestó en contemplarles le causaba suspiros a cada paso. Pasó de allí a lugares menos tristes. Eran calabozos de las almas simples y de los niños que habían caído en muchas faltas por ignorancia. Sus tormentos le parecieron a la santa mucho más soportables que los anteriores. Allí solo había hielo y fuego. Y notó que las almas tenían a sus Ángeles guardianes con ellas, pero vio también demonios de horribles formas que acrecentaban sus sufrimientos.
Avanzando unos pocos pasos, vio almas todavía más desafortunadas que las pasadas, y entonces se oyó su lamento, “¡Oh! ¡Cuán horrible es este lugar; está lleno de espantosos demonios y horribles tormentos! ¿Quiénes, oh Dios mío, son las victimas de estas torturas? Están siendo atravesadas por afiladas espadas, y son cortadas en pedazos”. A esto se le respondió que eran almas cuya conducta había estado manchada por la hipocresía.
Avanzando un poquito mas, vio una gran multitud de almas que eran golpeadas y aplastadas bajo una gran presión, y entendió que eran aquellas almas que habían sido impacientes y desobedientes en sus vidas. Mientras las contemplaba, su mirada, sus suspiros, todo en su actitud estaba cargada de compasión y terror.
Un momento después de su agitación aumentó, y pronunció una dolorosa exclamación. Era el calabozo de las mentiras el que se abría ante ella. Después de haberlo considerado atentamente, dijo, “Los mentirosos están confinados a este lugar de vecindad del Infierno, y sus sufrimientos son excesivamente grandes. Plomo fundido es vertido en sus bocas, los veo quemarse, y al mismo tiempo, temblar de frío”.
Luego fue a la prisión de aquellas almas que habían pecado por debilidad, y se le oyó decir: “Había pensado encontrarlas entre aquellas que pecaron por ignorancia, pero estaba equivocada: ustedes se queman en un fuego mas intenso”. Mas adelante, ella percibió almas que habían estado demasiado apegadas a los bienes de este mundo, y habían pecado de avaricia.
“Que ceguera”, dijo,” ¡las de aquellos que buscan ansiosamente la fortuna perecedera! Aquellos cuyas antiguas riquezas no podían saciarlos suficientemente, están ahora atracados en los tormentos. Son derretidos como un metal en un horno”.
De allí pasó a un lugar donde las almas prisioneras eran las que se habían manchado de impureza. Ella las vio en tan sucio y pestilente calabozo, que la visión le produjo náuseas. Se volvió rápidamente para no ver tan horrible espectáculo.
Viendo a los ambiciosos y a los orgullosos, dijo “Contemplo a aquellos que deseaban brillar ante los hombres; ahora están condenados a vivir en esta espantosa oscuridad”. Entonces le fueron mostradas las almas que tenían la culpa de ingratitud hacia Dios. Estas eran presas de innombrables tormentos y se encontraban ahogadas en un lago de plomo fundido, por haber secado con su ingratitud la fuente de la piedad.
Finalmente, en el último calabozo, ella vio aquellos que no se habían dado a un vicio en particular, sino que, por falta de vigilancia apropiada sobre si mismos, habían cometido faltas triviales. Allí observó que estas almas tenían que compartir el castigo de todos los vicios, en un grado moderado, porque esas faltas cometidas solo alguna vez las hacen menos culpables que aquellas que se cometen por hábito.
Después de esta última estación, la santa dejó el jardín, rogando a Dios nunca tener que volver a presenciar tan horrible espectáculo: ella sentía que no tendría fuerza para soportarlo. Su éxtasis continuó un poco más y conversando con Jesús, se le oyó decir: “Dime, Señor, el porqué de tu designio de descubrirme esas terribles prisiones, de las cuales sabía tan poco y comprendía aun menos…” ¡Ah! ahora entiendo; deseaste darme el conocimiento de Tu infinita Santidad, para hacerme detestar más y más la menor mancha de pecado, que es tan abominable ante tus ojos”.

Sacerdote experimenta la vida después de la muerte




Experiencia del padre José Maniyangat

Nací el 16 de julio de 1949 en el estado de Kerala,India.
Mis padres eran José y Teresa Maniyangat. Soy el mayor de siete hermanos.

A los catorce años, entré en el seminario menor de Santa María, en la ciudad de Thiruvalla, para iniciar mis estudios de sacerdote. Cuatro años más tarde, fui al seminario mayor pontifical de San José, en Alwaye, Kerala, para proseguir mi formación sacerdotal. Después de terminar los siete años de filosofía y teología, fui ordenado sacerdote el 1 de enero de 1975 para servir como misionero en la diócesis de Thiruvalla.

El día de la Divina Misericordia, domingo 14 de abril de 1985, me dirigí¬a al norte de Kerala, a una Iglesia de la misión, para celebrar Misa, y tuve un accidente fatal. Yo iba en motocicleta, y fui embestido, de frente por un jeep de un hombre intoxicado (borracho), que volvía de un festival hindú. Me llevaron a un hospital que quedaba a 35 millas. En el camino, mi alma salió de mi cuerpo, y experimente la muerte. Inmediatamente me encontré con mi Ángel de la guarda. Veía mi cuerpo, y la gente que me llevaba al hospital. Los oía llorar, y rezar por mí. En ese momento el Ángel me dijo: “ahora voy a llevarte al cielo, el Señor quiere verte y hablar contigo”. También me dijo que en el camino, me mostraría el infierno y el purgatorio.

Primero, el Ángel me llevó al infierno. Espantosa visón. Vi a satanás, los demonios, un fuego terrible de cerca de 2.000 grados Fahrenheit, gusanos que se arrastraban, gente que gritaba y peleaba, otros eran torturados por demonios. El Ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales sin arrepentimiento. Entonces comprendí que había siete grados de sufrimiento, según el número y la clase de pecados mortales cometidos en la vida terrenal. Las almas se veían feísimas, crueles y horribles. Fue una experiencia espantosa. Vi a gente que conocía, pero no puedo revelar la identidad. Los pecados por los que fueron condenados principalmente fueron por el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio. El Ángel me dijo que si se hubieran arrepentido habrían evitado el infierno y hubieran ido al purgatorio. También entendí que algunas personas que se arrepienten de estos pecados pueden ser purificados en la tierra a través del sufrimiento. De esa manera pueden evitar el purgatorio, e ir derecho al cielo.

Me sorprendió ver en el infierno hasta a sacerdotes y obispos; algunos a quienes nunca esperaba ver. Muchos de ellos estaban allí por haber guiado con enseñanzas erróneas y mal ejemplo a otros.

Después de la visita al infierno, mi Ángel de la guarda me escoltó al Purgatorio. Allí también había siete grados de sufrimiento y el fuego que no se extingue, pero es mucho menos intenso que en el infierno, y no hay peleas ni luchas. El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios. Algunos de los que están en el Purgatorio cometieron pecados mortales, pero antes de morir se reconciliaron con Dios. Aun cuando estas almas sufren, gozan de paz y saben que un día podrán ver cara a cara a Dios.

Tuve oportunidad de comunicarme con las almas del purgatorio. Me pidieron que rezara por ellas y que también dijera a la gente que rezara para que ellas pudieran ir pronto al cielo. Cuando rezamos por estas almas recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones, y una vez que las almas entran al cielo sus oraciones llegan a ser todavía más meritorias.

Es difícil para mí poder describir la belleza de mi Ángel de la guarda. Resplandece y reluce. Es mi constante compañero y me ayuda en todos mis ministerios, especialmente el ministerio de sanación. Experimento su presencia en todas partes a donde voy y agradezco su protección en mi vida diaria.

Después, mi Ángel me escoltó al cielo, pasando a través de un gran túnel, deslumbrante-mente blanco. Nunca en mi vida experimenté tanta paz y alegría. Inmediatamente el cielo se abrió y percibí la música más deliciosa que nunca antes hubiera oído. Los Ángeles cantaban y alababan a Dios. Vi a todos los santos, especialmente a la Santa Madre, a san José, y a muchos piadosos santos obispos y sacerdotes que brillaban como estrellas.

Y cuando aparecí ante el Señor Jesús, me dijo: 'Quiero que vuelvas al mundo. En tu segunda vida serás un instrumento de paz y sanación para mi gente. Caminarás en tierra extranjera y hablarás una lengua extranjera. Con Mi gracia, todo es posible para ti'. Después de estas palabras, la Santa Madre me dijo: ’Haz lo que tu Ángel te diga. Te ayudará en tu ministerio’.

No hay palabras para poder expresar la belleza del cielo. Encontramos tanta paz y felicidad, que excede millones de veces nuestra imaginación. Nuestro Señor es mucho más indescriptible de lo que cualquier imagen puede transmitir. Su cara es radiante y luminosa, más espléndida que el amanecer de mil soles. Las imágenes que vemos en el mundo son solo una sombra de su magnificencia. La Santa Madre estaba al lado de Jesús; es tan linda y radiante. Ninguna de las imágenes que vemos en este mundo pueden llegar a compararse con su real belleza. El cielo es nuestro verdadero hogar; todos hemos sido creados para alcanzar el cielo y gozar de Dios para siempre. Entonces volví con mi Ángel al mundo.

Mientras mi cuerpo estaba en el hospital, el medico terminó todos los exámenes necesarios y dictaminó mi muerte. La causa de la muerte fue hemorragia. Notificaron a mi familia, y como estaban muy lejos el personal del hospital decidió llevar mi cuerpo muerto a la morgue. Como el hospital no tenía aire acondicionado sabían que el cuerpo se iba a descomponer rápidamente. Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí¬ un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos. Empecé a gritar y la gente se asustó y salió corriendo y gritando. Una de las personas se acercó al medico, y le dijo: ‘¡el cuerpo muerto está gritando!'. El médico vino a examinar mi cuerpo y comprobó que estaba vivo. Así que dijo: ‘¡el padre está vivo, es un milagro! Llévenlo de nuevo al hospital'.

De vuelta en el hospital me hicieron una transfusión de sangre y me llevaron a cirugí¬a para reparar los huesos quebrados. Trabajaron en mi mandíbula, costillas, pelvis, muñecas y pierna derecha. Después de dos meses me dejaron salir del hospital, pero el médico traumatólogo dijo que nunca más podría caminar. Entonces le conteste: ‘El Señor que me devolvió la vida y me envió de nuevo al mundo, me curará'.

Una vez en casa, todos rezamos por el milagro. Sin embargo, después de un mes, cuando me sacaron el yeso, todavía no podía moverme. Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis. Después de un ratito, desapareció todo dolor y oí una voz: 'Estás curado. Levántate y camina’. Sentí paz y el poder sanador en mi cuerpo. Inmediatamente me levanté y caminé. Alabé, y le di gracias a Dios por el milagro.

Le di la noticia de mi curación al doctor y quedó asombrado. Me dijo: 'Tu Dios es el Dios ver-dadero. Debo seguir a tu Dios’. El médico era hindú y me pidió que le enseñara sobre nuestra religión. Después de estudiar la fe, lo bauticé y se hizo Católico.

El 10 de noviembre de 1986, siguiendo el mensaje de mi Ángel de la guarda, llegue a los Estados Unidos como sacerdote misionero. Primero, de 1987 a 1989, trabajé en la diócesis de Boise, Idaho, y después, de 1989 a 1992, me desempeñé como director del Ministerio de los Presos, en la diócesis de Orlando, Florida.